miércoles, 29 de septiembre de 2010

Esquiroles, huelguistas y mi salvación de ayer


Tal y como empezó, ayer no era el mejor día. Que si el estrés, que si mañana hay huelga y hay que dejar atadas ciertas cosas, que si no llego a tiempo a no sé donde... En fin, que todo hacía presagiar una noche de aquellas de no poder ni moverse.

Pero entonces sucedió: un agradable descubrimiento y uno de los reencuentros más esperados cambiaron mi percepción de lo que habían sido esas 24 horas. El descubrimiento es 30 seconds to Mars, un grupo musical más para añadir entre mis habituales. El reencuentro sería el colofón: ¡la quinta temporada de Dexter ya ha aterrizado! Gran noticia, es una de esas series imprescindibles y parte de mi inspiración.

Hoy me he levantado, bastante cansado por cierto, con la incertidumbre de saber si mi calle estaría ardiendo y cortada por unos cuantos individuos con ganas de tocar las narices. En día de huelga general, parece que todo vale.

Hoy es un día de aquellos en que la idiotez humana se pone de manifiesto y deja a nuestra especie con el culo al aire, si consideramos que la inteligencia es lo que nos distingue del resto de animales. Resulta que unos individuos deciden hacer una huelga general para protestar por la nueva reforma de la Ley laboral. Pero resulta que la Ley ya ha sido aprobada. Entonces, ¿qué pretenden conseguir ahora? ¿Pretenderán poner de manifiesto las más que evidentes carencias (endémicas) de la gestión del gobierno? ¡Pues menudos avanzados a su tiempo! Yo hace tiempo que lo sabía.

Resulta que el portavoz de uno de los sindicatos de este país condena amargamente el atropello que ha sufrido un sindicalista por parte de un camionero que se disponía a hacer su trabajo. Lo que no condena en ningún momento, e incluso intenta justificar, es que algunos piquetes “informativos” (un buen eufemismo, ¡sin duda!) rompan los vidrios de los escaparates de ciertos negocios o que tiren palés contra la luna delantera del camión de algún pobre individuo decidido a continuar con su reparto habitual. Hoy dice eso. Mañana tendrá que volver a representar a los trabajadores que rigen ese negocio y al camionero con el cristal roto. ¡Qué ironía! Queremos mejores condiciones de trabajo y buscamos mejorar nuestra situación laboral, y están convencidos de que delinquiendo contra otros trabajadores lo van a conseguir. ¿Han sido esos trabajadores los que han cambiado la Ley? ¿O la sufren como tú?

Respeto el derecho a huelga y considero que el pueblo debe reivindicar lo que cree justo, pero existe otro derecho igualmente respetable, que es el derecho al trabajo. Y que 4 millones de parados tengan que ver como los afortunados trabajadores deciden faltar a sus obligaciones quejándose por sus condiciones mientras ellos pasan su particular calvario me parece injusto. Hay que respetar al que quiere ir a trabajar al igual que se respeta al que quiere hacer huelga.

Y por favor, basta ya de mentiras: una tienda que cierra sus puestas al paso de los piquetes o de una manifestación no está haciendo huelga, se está protegiendo.

¡Uy! ¡Tengo que ir plegando que oigo a los piquetes muy cerca de aquí!


Aquí tenéis This is war, de 30 seconds to Mars.

A warning to the people,
the good and the evil.
This is war.
To the soldier, the civillian,
the martyr, the victim.
This is war.

It's the moment of truth and the moment to lie,
the moment to live and the moment to die.
The moment to fight, the moment to fight, to fight, to fight, to fight.

To the right, to the left,
we will fight to the death.
To the Edge of the Earth.
It's a brave new world from the last to the first

lunes, 27 de septiembre de 2010

¡Estamos en 50!


Empezar de cero fue complicado, aunque Eurovisión me hizo pensar. Me quedé escuchando Muse y su Exogenesis cuando tuve que andar entre muletas, lo que me hizo sentir extraño. Algunos días parecían ser “El día del tonto”, y me asaltaban pensamientos como: “Estaba yo pensando... ¿Tan difícil es usar las escaleras mecánicas y los paraguas?”

Tuve que tomar una elección para evitar sentirme “Empty”. Y funcionó; pude ver que existía un amplio espectro de colores mientras guardaba la esperanza de mantenerme eternamente joven. Sólo me queda esperar.

Quedé exhausto después de practicar esquí y de redactar no sé cuantos exámenes, esperando poder decir aquello de: “por fin, es domingo”.

Las emociones fluyen entre recuerdos que afloran en mi mente, aunque maldijera a las encimeras, armarios y a un sueco maligno. Todo lo negativo sufrió el exterminio como pena capital, para dejar paso a la primavera y a sus enamorats, roses i llibres, que serían eterns mientras el sol inundaba la ciudad con su claridad. Y después de bailar entre el fino La Ina y el 7up, llegó el estreno más esperado. Una estrella parecía iluminar mi camino.

Poco después llegó el estreñimiento de ideas por intentar mantener un equilibrio complicado. Y como estrellas de neutrones vivimos el verano. Quizás no fue Empuriabrava el mejor comienzo, pero pudimos encontrar la salida del laberinto casi por arte de magia, como si hubiera sido escogido por la suerte. Y como llevado por una exaltación sobredimensionada, seguí a la Estrella polar. La torre de mentiras cayó estrepitosamente mientras la sensación interior era la de haber tomado las elecciones acertadas.

Se ralentizó mi historia, como filtrada por un visor estroboscópico, y parecía no querer continuar con lo que empezó con un Érase una vez... Me sentí como encerrado en el cristal, y mi deseo era escapar de la rutina, para poder quitarme el escudo que me protegía de todo aquello que me rodeaba. Y llegó la evasión, para disfrutar de la vida.

Volví del Edén para encontrarme ante una encrucijada. Ni siquiera Elena y Ezequiel se hubieran puesto de acuerdo sobre qué camino tomar. Cuál equilibrista en la cuerda floja, dar un paso adelante no era tarea fácil. Cada minuto era un regalo, por efímero que fuera. Y aunque acabara exprimido, estar entre biberones fue el mayor regalo de un tiempo para recordar.

Y ya hemos llegado: ¡estamos en 50!


¡Gracias por estar ahí!

viernes, 24 de septiembre de 2010

Entre biberones


Ésta es parte de mi historia. Es un relato sobre aquellas pocas horas de un día cualquiera que hacen que recuerdes ese año como uno de los mejores que has vivido. Es un rato, un momento casi fugaz, en el que ríes hasta que te duele la barriga. ¡Bendito dolor de barriga!

Y todo empieza cuando decides que la idea más ridícula que has tenido durante la dura semana de trabajo es la más brillante para el fin de semana. Así que si quieres pasártelo como un crío, que mejor que ponerte en su piel. Y eso se soluciona fácilmente: Sólo hay que comprar el material necesario y echarle imaginación.

Añade unos cuantos juegos de destreza, habilidad o ingenio, que sean sencillos, ¡no hay que complicarse la vida! De esos que aseguren que no dejarán de escucharse comentarios jocosos en la mesa. Cierto es que añadiendo unas cuantas bebidas refrescantes la cosa mejora exponencialmente...

Luego llega el momento de volar y salir a la calle, que puede deparar mil y una sorpresas. Es el escenario ideal para calentar motores. Encontrarás lo inimaginable. Te integrarás en la noche bajo el cielo de Barcelona mientras buscas la oportunidad de seguir adelante con el descabellado plan que habías trazado junto con los compinches.

Cuando se cierra la noche la mejor opción es resguardarse bajo un techo acogedor. Habla, mira, baila, ríe... Disfruta, la mañana empuja a la Luna por su ansia de colorear la ciudad con los primeros rayos de Sol.

Es parte de mi historia. Hoy la recuerdo, y aún se dibuja una sonrisa en mi cara cuando la memoria me enseña alguna de las singulares imágenes que grabó. Aunque lo más importante es que las grabamos juntos.


El Universo sobre mí, de Amaral.

Sólo queda una vela
encendida en medio de la tarta,
y se quiere consumir.

Ya se van los invitados,
tú y yo nos miramos
sin saber bien qué decir.

Nada que descubra lo que siento,
que este día fue perfecto,
y parezco tan feliz.

Nada como que hace mucho tiempo
que me cuesta sonreír
.

Quiero vivir, quiero gritar,
quiero sentir el Universo sobre mí
.
Quiero correr en libertad,
quiero encontrar mi sitio.

Una broma del destino,
una melodia acelerada
en una canción que nunca acaba.

Ya he tenido suficiente,
necesito alguien que comprenda
que estoy solo en medio de un montón de gente
.

¿Qué puedo hacer?

Quiero vivir, quiero gritar,
quiero sentir el Universo sobre mí
.
Quiero correr en libertad,
quiero llorar de felicidad.

Quiero vivir, quiero sentir
el Universo sobre mí
,
como un náufrago en el mar
quiero encontrar mi sitio.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Exprimido


¡Qué malo es ser inútil! Después de días y días dando vueltas, reuniendo papeles, haciendo colas de 3 horas y peleando por una causa justa, lo he conseguido. Pero como en toda batalla que se precie, he sufrido los daños colaterales.

Estoy exhausto, agotado, completamente exprimido. Las esperas de más de 3 horas han acabado con mi espalda, y lo que es peor, casi acaban con mi paciencia. Me he hartado del sistema montado al modo de república bananera que aceptan como adecuado. Me agotan los individuos que se supone que deben atenderte (más que desatenderte...) y lo hacen con caras largas y pocas ganas de trabajar.

La cosa es más fácil: si consideran que internet es un buen medio para hacer las gestiones, hagamos todo por internet. Si creen que es mejor hacer las cosas presencialmente, pongan más ventanillas con gente dispuesta a trabajar detrás (¡no es normal que cojas número a las 11:25 y te atiendan a las 14:15 para entregar 5 cochinos papeles!). Pero por favor, no hagamos mezclas extrañas: que si tienes que rellenar esto por internet un mes antes, y luego entregas estos papeles aquí, y después vuelves a rellenar lo otro en internet...

Si ahora mismo me preguntáis: ¿qué crees que es más importante para estudiar, las ganas o la capacidad que tengas para el estudio? Y os respondo que ninguna de las dos, ¡lo más importante es la paciencia!

Gracias, sistema administrativo y educativo público de este país, por poner las cosas fáciles al que quiere estudiar. Gracias.


Una mañana, de Pastora:

Mi cuento empieza una mañana,
me desperté y no tenía ganas,
ganas de ná, de ná de mí,
de ná de pan, de ná de ná.

No hay final pa' este cuento,
se está escribiendo poquito a poco,
cada cosa a su momento.

Y un momentito más pa' gozar, pa' pecar.
Un momentito de gloria que me debo,
que me quemo cuando pienso
que este cuento es mi historia,
mi memoria.
Mi pedacito de cielo.

¿Por qué me cuesta tanto cuando consigo algo?

Me he pasado la vida luchando...

domingo, 19 de septiembre de 2010

Efímero


Fui terriblemente feliz. Hubo un tiempo en que no importaba qué hora fuera, ni qué se suponía que debía hacer. Hubo un tiempo en que todo lo que me preocupaba desapareció como por arte de birlibirloque. Hubo un tiempo en que soñé despierto.

Ahora, cuando la realidad camina a mi lado, aquella otra vida me castiga desde la memoria. Con los pies en el suelo y un lastre atado en los tobillos, es difícil volver a volar. Sólo los pequeños saltos que doy con todas mis fuerzas me alejan por un instante de esta existencia. Y supongo que es la esperanza de reparar las alas y escaparme de nuevo la que me empuja a seguir adelante.

Quizás necesite esa libertad, o perder la noción del tiempo. O la seguridad de saber que esa sensación será para siempre.

Da igual. Al menos puedo decir que fui terriblemente feliz.


Leones, de Pereza.

Soy un peleón,
no puedo con el sol
Pero cuidado conmigo,
tomo medicación.

El lunes cuesta,
el martes imposible sin tu voz.
He esquivado un tiro,
me han rozado dos.

Somos bichos raros,
lentos y asustados.
Nos matábamos tal vez,
nos moríamos de sed.
Nadie, los dos a la vez,
midiéndonos como dos leones
y al final...

Dos heridos graves,
desperfectos claves,
ambulancias, naves...

martes, 14 de septiembre de 2010

Equilibrista


Presiento que el momento ya llegó, la cuerda no soporta la tensión... Mi voz se quiebra.

Ya recuerdo como era todo antes de irme de vacaciones. Por fin he aterrizado. La depresión post-vacacional ya forma parte del pasado. Aún así creo que hay algún hándicap de más en este choque con la realidad. No ha saltado el airbag, la hostia ha sido monumental. ¡Bienvenida de nuevo, hipertensión! Ha llegado el momento, no hay escapatoria.

Me siento un faquir del rock’n’roll, cantándole canciones al dolor... y a la niebla.

Sí, parece que todo duele, que no existe forma de esquivarlo. Pero todo sucede a ritmo de rock’n’roll: rápido, intenso y ensordecedor. Supongo que en algún momento se disipará toda esta niebla que no me deja ver más allá.

Caminando solo por las nubes voy buscando un ángel que me ayude.

Vale, hay gente alrededor, pero camino solo por mi cuerda. Es mi cuerda. El resto miran desde abajo. Espero que al menos tiendan la red...

Pasos de equilibrista, tiemblo sobre la pista.

Tengo un nudo en la garganta para hablar, también tengo un fantasma en el desván... de mi cabeza.

Un fantasma que parece ser cada vez mayor, que va creciendo a su antojo. Y de los tantísimos fantasmas del desván, algunos son muy ruidosos. Muchos dan miedo, o simplemente me inquietan. Las palabras salen con cuentagotas y no siempre es fácil encontrar las más adecuadas. Aún considerándome una persona con recursos lingüísticos más que suficientes, no siempre sale la palabra que mejor describe lo que quiero decir. La situación puede anudar la garganta con fuerza.

La suerte está tardando en venir, pido un rescate a quien me pueda oír... antes de que amanezca.

Aunque tarde en llegar, muchas veces no es cuestión de suerte...

Se han ido todos de la fiesta, sólo quedo yo en esta orquesta.

Se han ido las mañanas de playa, los atardeceres infinitos y las noches de verano. Y no volverán hasta que el planeta vuelva a rodear al Sol. El reloj se reinicia y la cuenta atrás comienza de nuevo. Sólo quedan el recuerdo y la sensación de vacío que provoca la larga espera.

Pasos de equilibrista, tiemblo sobre la pista.

El mundo cambia tan deprisa, mi corazón cuelga en la cornisa.

Pasos de equilibrista, tiemblo sobre la pista.


Esta canción de vértigo es Pasos de equilibrista,de M-Clan.

martes, 7 de septiembre de 2010

Elena y Ezequiel


Elena no tenía miedo a nada. Dormir a oscuras por la noche mientras oía el viento a través de la ventana de su cuarto jugueteando con las hojas que había arrancado a los árboles de aquel lúgubre otoño no le suponía ningún problema. Apoyada por sus más que numerosos amigos, las cosas se veían demasiado sencillas. ¡Qué más dará lo que pase mañana! Su carácter desenfadado y su indiferencia hacia los problemas la convertían en invencible, o eso creía ella...

Ezequiel, su hermano, era un mundo opuesto. Quizás por su edad, algo más joven que ella, o por su carácter de apariencia frágil parecía no estar preparado para soportar el peso de los días. Afrontaba cada día como un reto: eran 24 horas de constante tensión. Para colmo, le sobraban dedos en una sola mano para contar a sus amigos, aunque conocía a muchísima gente. Cualquier imprevisto en camino parecía acabar con él y de nada le servían la multitud de virtudes que poseía. Ni la lealtad hacia los suyos ni la solidaridad eran armas suficientemente potentes. O eso creía él...

Uno de esos melancólicos días de otoño llegó la noticia: se tenían que trasladar a otra ciudad. Su padre había decidido vender la antigua casa familiar para comprar una aún mayor, pero en aquel barrio hiperpoblado no había sitio para ellos. Un jarro de agua fría cayó sobre Elena y Ezequiel. Nada les apetecía menos que renunciar a su ciudad, a su ambiente y a su rutina. ¿Qué pasaría ahora con sus amigos? ¿A qué colegio les tocaría ir?

Elena, por primera vez, sintió miedo. Los pilares de su mundo se tambaleaban y experimentó esa sensación de incertidumbre que hasta ahora desconocía. Conoció la tristeza en la más amarga de sus versiones. Era inaudito, pero la situación escapaba a su control y no le resultaba indiferente.

Ezequiel, acostumbrado a la extrema aspereza de la vida, pensó que la fatalidad se había cebado con él. No tenía elección, pero la sensación de vacío que sentía en el pecho no decía lo mismo. “¿Y si existiera la posibilidad de...?” “¿Por qué no hacer...?” No, todas aquellas ideas eran absurdas... Pero seguía pensando. Pensaba en algo irremediable, la decisión ya estaba tomada. Fue entonces cuando la pena le ahogó mientras su mente se resistía al cambio. Sus recuerdos se mezclaban con su visión del futuro más cercano y se le antojaban completamente incompatibles.

Ambos quedaron con sus amigos pocos días antes de irse. Mientras Elena les contaba la fatal noticia con un claro gesto de enfado en su cara, Ezequiel le quiso ver la parte positiva aquel día. Su nuevo hogar sería más grande, no estaba demasiado lejos de su antigua casa y sus amigos, sus pocos amigos, seguirían siéndolo. Así que afrontó la conversación con entereza, y con una media sonrisa esbozada en su cara les contó que debía de partir.

Al tiempo de haber cambiado de domicilio, Elena estaba hundida. Sus amigos no le habían respondido a ninguna de sus llamadas. Le mostraron la misma indiferencia con la que ella arremetía contra la vida. No calculó las consecuencias de sus pasos por el calendario. Ahora tenía que replantearse su existencia y corregir sus errores. Pero su valor era sólo ficción: sin energía para cambiarse a sí misma creía más sencillo cambiar el mundo que la rodeaba.

Ezequiel, sin embargo, aprendió otra gran lección. Se dio cuenta de que su percepción de la situación no fue la más acertada. Sus amigos no sólo contestaban a sus llamadas, sino que descubrió que eran mejores amigos de lo que él imaginaba. Descubrió facetas ocultas en ellos y le parecieron aún más interesantes. Entendió que el cambio suponía un nuevo reto, no era una tragedia. Además, no sólo sus pocos amigos estuvieron a su lado, sino que todos aquellos a quienes conocía le apoyaron, e hizo nuevas amistades en su nueva ciudad. ¡Se podía haber ahorrado el mal trago! Al fin y al cabo, recogió lo que había sembrado tiempo atrás. Ahora apenas podía creer en la felicidad que sentía...

viernes, 3 de septiembre de 2010

Encrucijada


Life is a roller coaster. Y ahí estoy yo, subido en primera fila descargando toda la adrenalina habida y por haber. Me siento como en una de estas atracciones, subiendo en un momento y bajando hasta el suelo a los pocos minutos. El estado anímico es extremadamente frágil cuando confluyen unas cuantas circunstancias que te acaban dejando fuera de juego, desorientado y muy confuso.

Cuando vas caminando y de repente se bifurca el camino, sabes que no todo el mundo escogerá la misma ruta. Esa encrucijada puede ser un problema si no tienes el mapa a mano y no sabes donde conduce cada nuevo camino. O si sabes que eres el único que debes tomar un camino mientras el resto siguen el otro. Sé cual es mi camino, aunque no es fácil de asumir. Al menos no ahora mismo.

Lo que me debería quedar claro es que nunca estamos solos en nuestro viaje, que tenemos a quienes nos apoyan y que desde uno u otro sitio acabamos encontrando esa ayuda que necesitamos. Y que mi camino va en paralelo del de la gente a la que aprecio, y que los tengo siempre a la vista. Y que después de una encrucijada habrá otras, y quien sabe, podemos reencontrarnos en el camino...

Sea como sea, hasta el siguiente cruce aún hay que caminar un poco más...


Indaga en la ilusión, y enseña el miedo que persiste
por un niño alado creado de verdes y grises
que mira con esperanza y viste de nubes tristes.
Un billete de tren; le insiste en que existe.

Que está donde la luz que dicen que hay allí,
que vuelve con 6 palabras entre rincones de París.
Juega con el mundo a su antojo y su manera,
brilla un cabecero, una estrella es su estela.

Las lágrimas que pierde cuando anhela una cena,
la sonrisa que me envuelve escribiendo junto al Sena.
Y ahora no la puedo ver, como a una luna nueva
pero cuando más la siento es cuando la noche llega.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Edén


Ya he vuelto a Barcelona. Es muy dura la vuelta y el choque con la realidad. La última noche que pasé en la isla escribí algo. Estoy convencido de que podría escribir algo mejor, pero prefiero publicar el texto original porque es más auténtico que lo que pueda escribir ahora.

La vida no es perfecta. Supongo que en la isla se distorsiona la realidad y acabas creyendo el imposible. Será la paz que se contagia en cada recóndito rincón o el espíritu salvaje de la naturaleza manifestándose allá donde vas.

Lo cierto es que toda droga tiene efectos adversos. Si este lugar fuera una droga, su principal virtud sería su capacidad de transmitir tranquilidad al adicto. Su devastador efecto adverso es el desconsuelo que provoca dejar de consumirlo. Sumido en un mundo paralelo al que vivimos, es difícil renunciar a una vida mejor, o al menos a un ritmo de vida menos exigente, y seguir escribiendo las páginas de mi historia.

Aunque la belleza de la isla es embaucadora e irrepetible, no es su única baza. Contemplar el sencillo pero espectacular atardecer, sorprenderse con las salvajes construcciones de la naturaleza y sentir la esencia del Mediterráneo a cada paso son privilegios que no puede pagar el dinero.

Diré que he tenido tiempo para descansar y para reflexionar. He podido detener, por poco tiempo, el frenético ritmo de mi reloj y he visto mi vida desde otra perspectiva. Vuelvo con ideas renovadas, con nuevas experiencias a mis espaldas y con un recuerdo imborrable en mi memoria. Vuelvo con la ilusión de volver a sentir esta explosión de sensaciones inexplicables.

Todo lo bueno tiene un final y a este viaje le llega su momento. A menos de 24 horas de volar hacia Barcelona me cuesta decir adiós a lo que parece el paraíso sobre la Tierra. No quiero despedirme de la calma de un auténtico día de verano bajo el Sol o del escalofrío que me recorre mientras soy testigo de un interminable ocaso. Pero así es la vida. La felicidad son sólo pequeños momentos en los que brillamos con una luz propia que irradia a aquellos que nos rodean. La felicidad es un pequeño momento de perfección.

Lo he vivido Mediterráneamente.


Mar calmado de olas salvajes,
Esencia del Mediterráneo,
Navegante de rumbo errante,
Ocasos y estrellas pintados.
Resurrección de los sentidos,
Corazón libre y calmado.
Armonía de un sueño vivido.