domingo, 26 de junio de 2011

Esas cosas que nadie te cuenta y que deberías saber


Amigos, hay tantas cosas que nos cuentan durante nuestra vida que no son verdad... También es cierto que hay cosas que nadie nos cuenta. Y vivimos engañados en una nubecita de algodón mientras las verdades quedan ancladas en la tierra. ¡Pero tranquilos! Hoy vamos a destapar una de esas mentirijillas...

“Nos tomamos una sola copa y volvemos para casa”

Sí, supongo que alguna vez la habéis oído. ¡Es descaradamente mentira! El código genético humano no contiene esa información. Existe un ancestral mecanismo evolutivo que impide a cualquier persona cumplir esa nimia misión.

La cosa empieza cuando te llaman y te dicen aquello de: “¿Nos vamos a tomar algo y hablamos un rato? Pero volvemos pronto a casa, sólo una...” Si tu respuesta es sí, has pringado. En el momento en que publicas en Facebook (o red social similar) tal evento, pasarán dos cosas (en este orden): primero se reirán de ti haciéndote saber que el concepto que propones es harto imposible de realizar; seguidamente, un grupo de aventureros sociales se pondrán a prueba y se apuntarán al evento, desafiando a la madre naturaleza.

Hasta aquí todo correcto. “Quedamos a las 12 de la noche”. ¡Muy bien, eres un campeón! Te has autocondenado a una larga noche y un duro despertar. Pero no desesperemos tan rápido, aún puede suceder el milagro. Nos vemos en la salida del metro, nos saludamos y nos acercamos a un bar tranquilo pero con una amplia variedad de cócteles en su carta. Y todos muy apetecibles... En fin, haciendo gala de mi mejor acento cubano (que resulta coincidir con el peor...) pido un mojito. Y entre jijís y jajás el vaso va quedando vacío, acompañándose de ¿me dejas probar tu daiquiri de fresa? y de ponme otro mojito...

Las 2:30. O el mundo de repente es maravilloso y cachondísimo o me han engañado y el mojito llevaba alcohol (porque entre sus ingredientes no figuraba ningún licor, al menos que esté yo mal informado sobre el ron...). Claro, malgastar esta alegría repentina e invertirla en sueños que mañana ni siquiera recordaré no me parece de lo más inteligente. Y al resto de colegas tampoco parece vencerles el sueño. De acuerdo, salimos un ratito más.

Llegas al centro después de 4 fotos y un video en el metro. Te ríes de las pintas de los cuatro guiris que trasnochan al ritmo de la noche. Antes de entrar en el local que te verá bailar al son del rock y otras músicas que se irán sucediendo, lo mejor es un chupito de tequila. ¡Ojo! que no era por gusto, sino más bien por conseguir entrar al local musical gratuitamente. No sea que malpenséis a estas alturas.

A todo esto, ¿no íbamos a llegar a casa pronto? ¡Genial! Misión cumplida, hemos madrugado: son las 7:30 y es hora de desayunar. ¿Quién dijo que no se puede madrugar después de una noche de fiesta? Y acabas la velada-mañana con aquella mítica frase: ¡ya me habéis vuelto a liar! ¡Si yo no quería!

En conclusión, eso de tomar una y para casa es una gran falacia, ¡pero qué narices! Al final, la buena compañía engancha y lo que iba a ser una noche más se convierte en una velada digna de recordar. ¡Dichosas mentiras!


Para todos los liantes y fiesteros incorregibles, una de The Strockes: Last night

Last night, she said:
"Oh, baby, I feel so down.
Oh it turns me off,
When I feel left out"

So I walked out:
"Oh, baby, don't care no more
I know this for sure,
I'm walkin' out that door"

Well, I've been in town for just about fifteen minutes now
And Baby, I feel so down
And I don't know why
I keep walkin' for miles

See, people they don't understand
No, girlfriends, they can't understand
Your Grandsons, they won't understand
On top of this, I ain't ever gonna understand...

Last night, she said:
"Oh, baby, don't feel so down.
Oh, it turns me off,
When I feel left out"

So I, I turn 'round:
"Oh, baby, gonna be alright"
It was a great big lie
'Cause I left that night, yeah

Oh, people they don't understand
No, girlfriends, they won't understand
Your grandsons, they won't understand
And me, I ain't ever gonna understand...

Last night, she said:
"Oh, baby, I feel so down.
See, it turns me off,
When I feel left out"

So I, I turn 'round:
"Oh, little girl, I don't care no more.
I know this for sure,
I'm walking out that door," yeah

sábado, 11 de junio de 2011

Entonces llegó la ironía


Tiempos difíciles para ciudadanas de bien como la lógica y la inteligencia, que se han resguardado en sus casas para no salir hasta que pase la tormenta. Se ha impuesto la ironía. Una ironía con esbirros tan numerosos como molestos.

Uno de sus más peligrosos lacayos es la idiotez. Vestida de señorita decente, sus argumentos parecen formidables en primera instancia, pero tras ellos la verdad queda disfrazada de payaso de circo. Son muchos los que se dejan embaucar por sus finas palabras sin percatarse de la vacuidad de sus argumentos. Así acaban, cometiendo las estupideces más memorables de su triste existencia o proponiendo las ideas más disparatadas. Sucede finalmente que la idiotez deja a la vista su lengua viperina a la vez que deja en bragas a quién la ha seguido con fervor. Y es que, aunque parezca increíble, son muchos los seguidores de esta señorita de vida alegre.

Luego pasa lo que pasa: se critica a los demás por ser antisociales cuando a ti no hay dios que te aguante; das sorpresas que no dejan a nadie con la boca abierta; propones planes sin tener planes; dices lo primero que se te pasa por la cabeza sin pensarlo antes...


Otra malvada seguidora de la ironía es la soberbia. Se viste con chupa de cuero y su tupé será el único que llegue a las estrellas, como si se tratase de un cartel con luces de neón señalando al triunfo personificado. Cuando posee a los humanos les provoca un trastorno mental que distorsiona la realidad. De manera que se creen en el centro del universo y creen conocer siempre la verdad sin poseer la más mínima cualidad que les haga dignos de ello. Los verás siempre de puntillas, haciéndose visibles para la gran multitud que les sigue con vehemencia.

Luego pasa lo que pasa: creen que todos quieren pasar tiempo con ellos, aunque en realidad sean lo suficientemente aburridos como para dormir hasta al café; te regañan y te miran por encima del hombro hasta que reciben una respuesta que los descoloca; se creen geniales en todos los campos y creen salvar a la humanidad con su presencia pero no se dan cuenta de que no sirven ni para estar escondidos...


Fiel compañera de la ironía es la ignorancia. Pobrecita: no sabe que está haciendo aquí, no sabe adónde va, pero da tanta penita... Que algunos deciden acunarla entre sus brazos. Es tan tierna y da muy pocos problemas, no debes de preocuparte de saber nada de ella, es feliz con el simple vaivén de tus brazos. Sin embargo, es una ilusión. Crees tenerla en tus brazos pero se escurre disimuladamente y empieza a borrar tu mundo. Se adueña de todo cuento puede y deja un vacío blanco por allá por donde pisa. ¡Oh no! El individuo que la tiene entre sus brazos está perdido. ¿A quién seguirá ahora? (los que no acunáis a esta bicha supongo que os hacéis una idea...).

Luego pasa lo que pasa: piensan que este personaje es un crack; no tienen opinión formada sobre un gran abanico de temas; son perezosos mentales...


Y así sucede que la ironía ha decidido hacerse con el poder. Irónicamente, los más tontos suelen tener suerte, al igual que los más perversos. Irónicamente, la ignorancia despunta sobre la inteligencia aún no siendo muy amiga de la lógica. E irónicamente, tú que eres un ciudadano de bien no encajas en esta horda de cerebros carcomidos por el desuso y de movimientos hipnóticos sin destino.


Hoy simplemente comparto unas frases de la canción Boca en la tierra, de Vetusta Morla. ¡Feliz fin de semana!

La antena está abierta esperando una señal,
la señal que no llega a esta sala de espera es una eternidad.

Y el tesoro perfecto lo cubrió la tormenta
con aviones cruzándose en la noche más negra.

Y en mitad del relámpago llegó el mal de altura;
fuimos sed en el aire pero boca en la tierra.

domingo, 5 de junio de 2011

Entérate


Las crisis de edad más duras no vienen el día de tu cumpleaños. Si pensabais eso es que estáis muy equivocados. El día del cumpleaños ejerce el efecto “sangría de vino: bebo y olvido”. Todo estará concebido para que sea un día feliz y placentero en que el problema del paso del tiempo quede difuminado entre confeti de colores y un pastel con tu nombre.

Sin embargo, otros eventos fortuitos e inesperados pueden devolvernos a la realidad. ¿Cómo sé que me estoy haciendo mayor? Cuando eres un niño y pasas de vivir la dulce rutina de pintar cuadernos e imitar animalitos a cargar con el peso de una cartera rellena de amargos deberes. O cuando toca escoger entre las letras de Cervantes y las ciencias Newton, abriendo en muchos casos un gran dilema y una incertidumbre con la raíz en el futuro incierto.

De repente, 18. Ya puedes conducir, votar, entrar a ciertos locales de juego y ocio, ver películas que antes no estaban recomendadas para ti, comprar alcohol y tabaco y, sobretodo, conseguir esa independencia moral que estaba retenida por la tutoría de tus padres. Ahora existes para el mundo en todos los sentidos, para bien y para mal: podrán penalizarte plenamente por tus malas acciones (también recibirás la correspondiente regañina de tus padres, ¡eso no te lo quita nadie!) y recaerá toda la responsabilidad sobre ti. ¡Qué gran paso!

Sabes que ya has dejado de ser un niño cuando hay que trabajar y reducir los 3 meses de vacaciones a, probablemente, 0 días (quienes deciden estudiar y trabajar suelen reducir muy drásticamente sus vacaciones). Cuando te das cuenta de que el trabajo y los estudios que has decidido continuar libremente (esta vez) son a la vez tu cruz, tu gran satisfacción y tu medio de vida. Y allí al fondo, muy muy lejos, vislumbras la palabra futuro escrita en una pared de ladrillos a medio construir.

Te haces mayor: tus amigos empiezan a casarse y tú aún vives tu teenage dream particular. No pasa nada, piensas. Estos se han dado mucha prisa, muchos de mis amigos son singles todavía... Correcto, pero casi todos tienen un buen trabajo y se ganan la vida lo suficientemente bien como para independizarse y “empezar a volar”. Y tú sigues con tu plan idealista de trabajar de lo que te gusta: no tiene un duro, pero sería tan genial contribuir significativamente al bien del mundo con mis manitas... ¡Soñar no es tan gratis como cuentan!

Así que es cierto. Personalmente, lo reconozco: me estoy haciendo mayor. La rodilla me da guerra de vez en cuando, no aguanto tantas horas de fiesta como lo hice antaño, a veces estoy de un humor más bien agridulce y agradezco más que nunca mis 8 horas de sueño. Pero, ¡qué narices! He aprendido, he crecido, he amado, he viajado, he disfrutado, he soñado una vida y he vivido un sueño, he ido, he vuelto, he sido, soy y seré... Y lo voy a seguir haciendo. Así que voy a ser como el vino: mejoraré con los años.

...el tiempo no se toca, ni se oye, ni se huele. Sin embargo, sólo lo verás pasar una vez para no volver jamás y notarás el sabor dulce o amargo que deja a su paso.


En 1984, una neoyorkina lanzó una canción que sería conocida en todo el mundo, convirtiéndose en uno de aquellos números 1 inolvidables. Esa sería la razón por la que ese tema quedaría grabado en las cabezas de todos los que formamos parte de su futuro y se versionaría en repetidas ocasiones. De hecho, hasta 120 artistas y grupos han grabado esta canción, entre ellos Miles Davis, Boyz II Men, Russian Red y Dover entre otros. Fue nominada como mejor canción para los Grammy en su vigésimo séptima edición. Seguro que la habéis oído una y otra vez. De hecho, ese es el título: Time after time, de Cindy Lauper.

Lying in my bed I hear the clock tick,
And think of you
Caught up in circles
Confusion is nothing new
Flashback warm nights
Almost left behind
Suitcases of memories,
Time after

Sometimes you picture me
I'm walking too far ahead
You're calling to me,
I can't hear what you've said
Then you say go slow
I fall behind
The second hand unwinds

If you're lost you can look and you will find me
Time after time
If you fall I will catch you I'll be waiting
Time after time