miércoles, 5 de septiembre de 2012

Echándote de menos




Desde que el avión aterrizó en la gran ciudad han pasado apenas unas cuantas horas. Sentado en mi mesa ante el ordenador sigo intentando, con poco éxito, volver a adaptarme al ritmo exigente de la urbe. No obstante, algo de mí ha quedado atrás. Y aunque los recuerdos me liberan del peso casi insoportable del regreso a la realidad, no consigo librarme de cierta nostalgia.


Te echo de menos.


Echo de menos tus ojos incandescentes al atardecer, tu olor a perfume de pino y sal marina y tu voz rota y tus palabras sin letras, como música sin acordes pero de sorprendente armonía. Añoro tu piel rojiza y blanca al mismo tiempo, áspera por cuantas inclemencias soporta pero delicada y suave como el terciopelo. Recuerdo cada viaje, cada recorrido por cada uno de tus rincones, por tus lugares ocultos y por tus secretos mejor guardados.


Echo de menos tu recóndita paz interior y tu sosiego a la vez que tu escarpado humor y tus aires huracanados impregnados de la tramuntana más fiera. Echo de menos tu sabor ácido que probé mientras la luna, llena pero solitaria en un cielo plagado de estrellas, nos bañaba con su reflejo. Añoro tu espíritu salvaje, tu magnetismo irresistible y tu natural atractivo. Me resignaré a no despertarme abrazado por tu presencia pero seguiré soñando con nuestro reencuentro para volver a sentirme libre.


Porque contigo fui quien realmente soy, pero al mismo tiempo dejé de ser quien soy para descubrir a mi otro yo.



Diu que des del porxo veu un cel que no te l’acabes

... Els amics de les arts, Louisiana o els camps de cotó