domingo, 22 de mayo de 2011

Esta es nuestra revolución


Hace unos cuantos días que tengo la piel de gallina. Quizás ahora, más que nunca, siento que estamos escribiendo una página muy importante de la historia. ¿Y quién no se estremece sabiendo que nuestra voz se escuchará en el futuro cuando algún niño lea en sus libros de texto del colegio lo que hicimos? Bien, quizás es un poco pronto para asegurar que las páginas de sus libros nos nombrarán, pero sería de justicia hacer al menos mención de todo esto.

Hace unos días la calle se convirtió en la protagonista de un movimiento sin precedentes: la manifestación pacífica del desacuerdo colectivo con la gestión de nuestras instituciones. O en otras palabras: el desacuerdo con los políticos y las políticas que llevan a cabo. Al fin y al cabo, la palabra política deriva de una expresión griega que viene a decir algo así como “ética de la polis”, y si el trato que recibimos por parte de los que mandan no se ajusta a la moral, podemos ir despidiéndonos de lo que entendemos como “el bien para el pueblo”.

Quiero remarcar la implicación de los jóvenes en este movimiento y subrayo su sentido cívico y su afán de integración. Nadie está excluido de un movimiento que clama por aquello que legítimamente nos corresponde como seres humanos y que figura en la declaración de los Derechos Humanos: es lamentable que nos tengamos que echar a la calle para pedir una vivienda digna y un empleo para desarrollarnos tanto económica como profesionalmente. Es más que alarmante el hecho de que el acceso a la vivienda sea tan complicado (mientras nuestros padres podían pagar una hipoteca en 10 años, ahora no se contempla la idea de pagarla en menos de 40 ó 50 años) o de que jóvenes con titulaciones universitarias trabajen en puestos muy por debajo de su cualificación profesional, a media jornada y cobrando cantidades irrisorias.

En cientos de plazas de nuestra geografía se leen pancartas tales como “No hay pan para tanto chorizo” o “Si no nos dejan soñar, nosotros no les dejaremos dormir” bajo las que duermen miles de jóvenes unidos por una causa e implicados en una batalla social para mejorar nuestro entorno. Y vuelvo a destacar el papel de los jóvenes, a los que se nos acusa de nuestra falta de sentido político y despreocupación social. A los que nuestros mayores nos repetido hasta la saciedad aquello de “Si hubierais pasado una guerra sabríais lo dura que es la vida...” Y miradnos ahora: en pie por garantizar nuestro futuro y el de todos. Y cada vez son más las personas de todas las edades que se unen a un movimiento inaudito y ejemplar.

En unas horas quizás veamos los primeros signos de este movimiento sin precedentes o quizás debamos esperar al futuro para observar un nuevo giro. Aunque lo más significativo es que la unión y la esperanza están escribiendo una nueva página de nuestra historia... y de la historia del mundo.


Para todos aquellos que creen que otro camino es posible. Revolución, de Amaral.

Somos demasiados y no podrán pasar
por encima de los años que tuvimos que callar.

Por los libros prohibidos y las entradas secretas.

Por todos los que un día se atrevieron a gritar
que la Tierra era redonda y que había algo más
que dragones y abismo donde acababan los mapas.

Por las noches de vacío cuando te ibas a dormir,
esperando que la suerte volviera a sonreír,
con los ojos abiertos esperando un milagro.

Siento que llegó nuestra hora;
esta es nuestra revolución...


Somos demasiados y no podrán pasar
por encima de la vida que queremos heredar,
donde no tenga miedo a decir lo que pienso.


Por todas las canciones que empiezan a nacer
para no ser escuchadas y al fin lo van a ser,
cantadas con rabia por los que siempre callaron.

Siento que llegó nuestra hora;
esta es nuestra revolución...

Somos una luz cegadora,
fuerte, más brilante que el Sol.

Porque siento que este es el momento
de olvidar lo que nos separó
y pensar en lo que nos une.

martes, 17 de mayo de 2011

Escarlata


Escarlata eran mis zapatillas nuevas. Después de una ducha para despertarme, ponérmelas fue el paso previo a salir cargado con mi mochila a disfrutar de un nuevo sábado. El volante en las manos y el pie en el acelerador, el sol ha decidido mostrarse esplendoroso. Las gafas de sol son imprescindibles en esta mañana de calor.

Escarlata era el estampado de aquel pañuelo, que rodeaba el cuello protegiéndolo del tímido viento de la ciudad. No tardaría, sin embargo, en empezar a ondear dentro del coche en sentido contrario a nuestra marcha. Fue testigo de aquellos kilómetros que nos separaban de la gran ciudad i que fueron la distancia necesaria para desconectarnos de la realidad.

Escarlata era la vela de aquel barco que acariciaba el horizonte. Con un mar azul en calma y el resplandor solar reflejándose en su arena, la playa fue el refugio al fuego cruzado de la semana. Estirado sobre la toalla, y con el ruido de las olas de fondo, los minutos pasaron con presteza.

Escarlata era el mango derecho de una cometa. Una cometa que decidió surcar un cielo claro y sereno, dejándonos en tierra como hipnotizados con su movimiento. Cortó el viento a su antojo y se hizo visible para tanto cuantos estuvieron cerca. A decir verdad, todos la envidiamos un poco. Más alta que nadie, su única preocupación consistía en dejarse llevar. ¿Dónde nos llevaría el viento? La gravedad es a veces cruel y nos ata fuertemente al suelo.

Escarlata era aquel gambón, o lo que quiera que fuera. Mi interés por estos animales es demasiado escaso como para elogiar su existencia o su costumbre mediterránea de aparecer en ciertos platos casi por sorpresa. Mejor es dejarlo donde está. No quisiera enfadar a Neptuno insultando a sus criaturas...

Escarlata era el cartel luminoso de aquel aparcamiento privado indicando que estaba “Completo”. Mala suerte. Ni el cielo fue capaz de mantener la compostura y se puso a llorar. Y el día celeste que amaneció se transformó en gris. Pero mis retinas no fueron capaces de notar la diferencia y siguió luciendo el sol. Mi realidad seguía teñida de azul.

Escarlata era el ovillo de lana que puso en mis manos el azar. Aunque el que arrojé al vacío fusionándose en una tela de araña de tantos colores fue verde. La ciencia puede teñirse de tantos colores como existen. Y el arte se camufló en ella ingeniosamente, tentando al intelecto a participar en aquel enrevesado juego de verdades y falacias.

Escarlata es un día, un momento y un lugar. Y seguro que todos vosotros habéis vivido uno de ellos...


Para todos aquellos que hace tiempo que no vivís uno de esos días, para aquellos que estáis sufriendo y para los que necesitáis un respiro: esta canción es para vosotros. Maldita dulzura, del nuevo CD de Vetusta Morla (¡más que recomendable!).

Hablemos de ruina y espina,
hablemos de polvo y herida.
De mi miedo a las alturas;
lo que quieras, pero hablemos
de todo menos del tiempo
que se escurre entre los dedos.


Hablemos para no oírnos,
bebamos para no vernos.
Que hablando pasan los días
que nos quedan para irnos,
yo al bucle de tu olvido,
tú al redil de mis instintos.

Maldita dulzura la tuya.
Maldita dulzura la tuya.
Maldita dulzura la tuya.


Me hablas de ruina y espina,
me clavas el polvo en la herida.
Me culpas de las alturas
que ves desde tus zapatos.

No quieres hablar del tiempo
aunque esté de nuestro lado.

Y hablas para no oírme,
y bebes para no verme.
Y yo callo, río y bebo;
no doy tregua ni consuelo.
No es por maldad, lo juro,

es que me divierte el juego.

Maldita dulzura la mía.
Maldita dulzura la mía.
Maldita dulzura la mía.

Maldita dulzura la nuestra.

viernes, 6 de mayo de 2011

Especímenes: Homo Insapiens Popularis


Nos ha fallado. Después de tanto tiempo, la evolución se ha tomado un respiro y ha dejado en bragas a la especie humana. Después de miles de años de selección natural, resulta que un relativamente nuevo espécimen escapa del calabozo en que la Madre Naturaleza esconde aquello que no es digno de pisar su tierra sagrada. O quizás esté tan enfadada con nosotros que se trate de un nuevo castigo por su parte.

Entre multitudes descarriadas y jaleos altisonoros aparece el Homo Insapiens Popularis. A simple vista y de lejos parece pertenecer a la raza humana considerada como normal, pero una observación más detallada nos permitirá distinguirlo de otras especies.

Volcando los 5 sentidos en la observación será sencillo reconocerlo entre la multitud. Su actitud altiva es su principal rasgo. Dentro de su entorno será el que más cacarea y su personalidad pavoneante lo delatará. Se centra en el grupo y lo defiende a ultranza con sólo palabras, pocas veces con acciones. Ejerce el papel de líder que él mismo se ha autoimpuesto y tiene el privilegio de aleccionar a sus “súbditos” en caso de que lo crea conveniente. Fuera de su entorno pierde sus cualidades más características: su labia infinita y su postura de único gallo del corral se diluye hasta desaparecer.

Lo más curioso de este espécimen es que suele vivir en un tiempo pasado que considera como eje de su existencia. Su vida gira alrededor de esa época dorada mientras recrea los acontecimientos que le han transformado en lo que es. Se siente complacido por su aspecto físico y se autocomplace pensando en su mente privilegiada y en sus más que admiradas habilidades sociales, aunque ninguna de ellas destaque ante los ojos de cualquier individuo considerado normal.

Curiosamente, el Homo Insapiens Popularis requiere cambiar rasgos de su personalidad y conductas típicas en él cada cierto tiempo, imitando y haciendo propias las de otros individuos. Su personalidad no es fija, por lo que se deduce que no posee una en concreto. De este modo mantiene hipnotizados a aquellos a los que considera como sus seguidores. Experto vendedor de humo, acudirá a cualquier evento sin necesidad de preocuparse por ningún aspecto de su organización y criticando cada error o eventualidad si lo cree necesario, echando las culpas públicamente al blanco que le apetezca. Esto constituye una de sus tareas más importantes como justiciero del grupo.

Consejo: No os dejéis intoxicar. La hipnosis es sólo para profesionales.


La canción de hoy viene como anillo al dedo. Unnatural selection, de Muse:

They'll laugh as they watch us fall
The lucky don't care at all
No chance for fate
It's unnatural selection
I want the truth!

I'm hungry for some unrest
I wanna push it beyond the peaceful protest
I wanna speak in a language that they will understand

Dedication to a new age
Is this the end of destruction and rampage?
Another chance to erase, then repeat it again

Counter balance this commotion
We're not droplets in the ocean
Ocean