sábado, 25 de diciembre de 2010

Engañosa Navidad


No es oro todo lo que brilla. ¿Hay algo que brille más que la Navidad? Luces por doquier, destellos allá donde mires, focos de escaparates... Su envoltorio dorado y reluciente nos engaña. Cantos de sirena, ilusiones ópticas y magia negra. Nada es lo que parece, y nada es lo que quieren que parezca. La población mundial parece volverse majara cuando diciembre toca a su fin. Y otro año toca resufrir lo mismo... No obstante, es época de dar gracias por tantas cosas que nos rodean.

Por ejemplo, ¿nunca os habéis preguntado el porqué del aumento de precio del marisco y del pescado en los últimos 15 días del año y la primera semana de enero? ¿Acaso esos malditos bichos tienen Navidadfobia y se esconden más en las rocas cuando les llega el reflejo de las luces de la ciudad? Seguro que es porque los pescadores se emplean mucho más a fondo para atraparlos (incluso me llegan noticias de que algunos se ponen el neopreno y bajan al fondo del mar a pulmón a coger lenguados a mano).

Lo más curioso es que cuando una reportera va al mercado en mayo y le pregunta a la pescadera por la crisis ésta se indigna por los desorbitados precios de todo lo que compra, culpa a la charcutera de que el precio del jamón esté por las nubes y se queja porque apenas le quedan buenos clientes. Pobrecita, no llega a fin de mes... Eso sí, la muy señora suya llega el día 20 de diciembre y te pone la nécora a 80 euros el kilo. ¡Genial! Hija de Satanás, piensas (o algo peor). Gracias a aquellos que se encargan de que sólo compremos en Navidad porque el desangramiento hace que no podamos comprar de nuevo hasta pasado mucho tiempo. Gracias por inclinar aún más la cuesta de enero.

Así que podríamos resumir Navidad como Compra muchas cosas y muy caras a tooooodos tus familiares porque así serán más felices. ¡Claro que sí, con un par! ¿Qué ha sido de aquello de disfrutar de los tuyos? ¿De descansar, de sentarse a charlar y de jugar con ellos? Pues no, o hay regalísimos de por medio o no vale nada. Gracias a la famosa cadena de centros comerciales (no me da la gana de hacerles publicidad) por recordarnos lo importante que es comprar para mantener el espíritu navideño y de establecer la mierda de jerarquía social que nos juzga por el ancho de nuestra cartera.

Luego viene la familia. ¡Qué grato es no recibir noticias durante todo el año pero que en estas fechas te envíen un papel con un gordo de barba blanca dibujado y deseándote que pases unos felices 15 días! El resto de año te pueden dar por donde quieras. Aplíquese también a los falsos solidarios. Los niños de África, los enfermos crónicos y la gente que vive en la calle sólo necesitan ayuda en Navidad, evidentemente. Seguramente se les dan dos duros para calmar la conciencia que te quema cuando te gastas una cantidad insultantemente elevada de dinero en chorradas. Lo mejor: creen que realmente los están ayudando. Lo peor: los que lo ven creen que les están ayudando. Gracias a los solidarios y a las familias felices, cada año estáis más cerca de hacer de éste un mundo mejor.

En fin, por tantas cosas adoro la Navidad... Mientras las luces de mi árbol estén encendidas y alumbren a los míos estaré feliz. Os deseo, de corazón, ¡Feliz Navidad!

Sálvese quien pueda, Vetusta Morla:

Puedo, torcer, lanzar, perderme en la obviedad,
sentir, cansar, saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera.
Sálvese quien pueda

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