martes, 1 de marzo de 2011

Estados menores, ideas minúsculas


No dejo de sorprenderme. La idiotez humana roza el límite entre la realidad y la ciencia-ficción. Y yo aquí, viendo el panorama sin poder hacer nada. Aceptando a regañadientes las grandes soluciones que proponen los dirigentes a nuestros problemas. Ya no gobiernan Estados Mayores, los han corrompido.

Supongo que todos estaréis informados sobre la última medida “anticrisis” del Gobierno: en las autopistas, la velocidad máxima bajará de los 120 a los 110 Km/h. Según fuentes oficiales, se trata de contener nuestro propio gasto en gasolina. Es decir, que el gobierno te dice en qué tienes que ahorrar y te lo impone. ¿Por qué no prohíben la venta de coches de lujo o cierran todas las joyerías? Puestos a reducir gastos... O que no permitan comer bollos, ¡que son innecesarios y muy caros! Además, no es necesario prohibirlo: quién quiera reducir su gasto que vaya a 110 Km/h, ¡que está permitido! Claro que el presidente de esta república bananera ha asegurado que además se reducirá la contaminación y los accidentes. ¡Bingo! Menos accidentes yendo a 110 Km/h porque... esto... bueno, por el... ¡Porque lo dice él! Y digo yo: la somnolencia aumenta al disminuir la velocidad. ¿Menos accidentes?

¿Por qué nos dicen en qué tenemos que ahorrar? ¡Que cada uno ahorre lo que quiera de donde quiera! Ya basta de engaños, mentiras y chorradas. Después de subir el IVA y el IPF, aún queréis recortarnos más. Para que luego los haya orgullosos de pisar el mismo suelo que estos individuos...

Por otra parte, nos desplazamos (sin sobrepasar los 110 Km/h) a Libia, donde un señor se cree un pequeño dios y juega a empezar una guerra. La revolución de ese territorio tenía que llegar; Egipto lideró un movimiento que llevará a la modernización y la liberación de una gente sometida a ideas muy antiguas. Se acabó el chollo de los mangantes (y digo mangantes y no magnates...) que han manejado a su antojo los hilos de un país, pisoteando el bienestar y la esperanza de muchos de sus semejantes. Qué vergüenza da que un líder pueda atacar a su propia gente sin el más mínimo pudor. Todo por el poder...

Así decimos luego que el mundo está mal. ¡Cuanta razón!


Mentiras, de Nena Daconte:

Porque ya no me creo ni uno solo de tus gestos,
conozco tus miradas cuando no me dices nada
y te miro con paciencia esperando que me cuentes;
yo sé por tus silencios que tú quieres que me vaya otra vez...

...Para llenarlo todo de mentiras

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