sábado, 6 de noviembre de 2010

Éramos pocos... y otra vez tú


Ya sólo faltabas tú en la fiesta. Tienes un macabro instinto para detectar los momentos delicados. Y es entonces cuando decides aparecer. Tú, que deberías apoyarme en todas mis decisiones. Que tendrías que empujarme para seguir adelante. Que deberías estar a mi lado, en mis aciertos y en mis errores. Pero no es así, has decidido tomar otro camino.

Has decidido hundirme cuando empiezo a levantar la cabeza. Hacerme caer cuando estoy en carrera. Reírte de mis errores y frustrarte con mis éxitos. Quizás sientas envidia corroyendo tus sucias venas. O quizás necesites vivir la vida de los demás para dar un mínimo de sentido a la tuya. Has construido una torre con el rencor y el odio que has acumulado, igual que la que yo decidí formar hace un tiempo. Voy a derrumbar la mía para siempre, y no voy a dejar ni el más mínimo rastro de ella.

Y aunque vivo en el presente, no me olvidaré del futuro. Uno que ahora se ve lejano y borroso, pero que seguro te traerá sorpresas. Del pasado mejor no hablar ahora; sólo recuerda que es imborrable, que no podrás volver atrás y que te acaba atrapando tarde o temprano. La memoria será tu peor castigo; el arrepentimiento, las brasas sobre las que caminarás; y la soledad, tu compañera inseparable.

En mi camino ya no existes, te has esfumado para siempre. Dejaste un rastro de rencor, de dolor, de odio y de mezquindad (es decir, falta de nobleza de espíritu según la RAE). He limpiado cada metro cuadrado del suelo que pisaste y he despegado sin necesidad de tenerte cerca. Soy quien soy y no es gracias a ti. Pero puedo decir con la cabeza bien alta que lo que tengo lo he conseguido por mí mismo, que mi sudor y mi esfuerzo me han llevado a lo que soy, que nadie me ha regalado nada y que mis triunfos han sido fruto del trabajo.

Ahora me alegro de que no compartiéramos momentos importantes de mi historia. Ya hubo quien los compartió conmigo. Y pensándolo bien, estuve con quien quería estar. Eres vil, cínico, pusilánime, charlatán, mentiroso, desleal y falso. Andar contigo es desprestigiarse, caer en la mayor bajeza que pueda existir. No sabes querer a nadie más que a ti mismo. Ni los animales más salvajes hacen lo que has hecho tú. Sólo tu imagen en mi pensamiento me causa una repugnancia insoportable.


Hoy se acabó todo. Voy a ser libre. Quiero ser feliz. Lo último que vas a recibir de mí es esta canción, que te la dedico. Es Mil Campanas, de Alaska:

Haces muy mal en elevar mi tensión,
en aplastar mi ambición
,
tu sigue así, y ya veras.

Miro el reloj, es mucho mas tarde que ayer,
te esperaría otra vez,
y no lo haré, no lo haré
.

¿Dónde esta nuestro error sin solución?
¿Fuiste tu el culpable o lo fui yo?
Ni tu ni nadie, nadie, puede cambiarme.

Mil campanas suenan en mi corazón,
qué difícil es pedir perdón,
ni tu ni nadie, nadie, puede cambiarme
.

Vete de aquí, no me supiste entender
“yo solo pienso en tu piel”,
no es necesario mentir.

Qué fácil es atormentarse después,
pero sobreviviré,
se que podré, sobreviviré.

¿Dónde esta nuestro error sin solución?
¿Fuiste tu el culpable o lo fui yo?
Ni tu ni nadie, nadie, puede cambiarme.

Mil campanas suenan en mi corazón,
que difícil es pedir perdón,
ni tu ni nadie, nadie, puede cambiarme
.


Hasta nunca.

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