Supongo que estamos de acuerdo si digo que no suele ser fácil empezar algo: elegir el enfoque de un proyecto, enfrentarse a una hoja en blanco al empezar una novela o enfrentarse a un problema con una solución "casi invisible"
El caso de Haití es aún más delicado y complicado: se trata de empezar, pero no de cero, sino de menos 1 (o menos...). Después de desconectar durante el fin de semana y apenas ver un telenoticias ni abrir un periódico, esta noche me he podido sentar delante de la televisión para ver el desastre. Y es que más allá del terremoto, el problema continúa: los constantes saqueos, la violencia entre sus ciudadanos, la falta de recursos y la ausencia de un poder capaz de controlar la situación.
Fuera de ese periodo de 72 horas en el que dicen que aún hay esperanza, la situación es crítica: los rescates frustrados apenas dan con supervivientes bajo los escombros y las ayudas llegan con cuentagotas. En resumen, no hay comida para todos, no hay medicamentos para todos, no hay atención sanitaria para todos... Una mezcla de inseguridad, abandono y soledad rodeados de escombros y familias rotas.
Así que, después de ver todo esto, de ver luchar por una barrita energética sabiendo que es lo único que puedes tener después de perderlo todo, me he parado a reflexionar y quizás mi semana no haya sido tan mala.
Ojalá tengan la oportunidad de empezar de nuevo muy pronto
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