sábado, 15 de mayo de 2010

Estreno


¡Ya está aquí! ¡Se acabó la espera! Una espera que ha merecido la pena, pero que ha sido difícil de soportar. Y ha llegado en un fin de semana que podría llamarse el fin de semana del coche. Mientras mi coche llegaba, unos empezaban sus clases de conducción mientras otras, más afortunadas, aprobaban el examen que les dotaba del permiso de conducción. ¡Suerte a los primeros, y enhorabuena a las segundas!

Es tan fácil adaptarse a las nuevas comodidades... Que si aire acondicionado, que si dirección asistida, que si regulador de velocidad... ¡La buena vida! Coger velocidad en poco tiempo, olvidarte de poner las luces, escuchar un CD...

Por desgracia, aún con coche nuevo, hay mucho conductor temerario suelto. ¿Tan difícil es circular por el carril derecho de la autopista y no ir pisando huevos por el carril central? ¿O no pegarse al culo del coche delantero para presionarle y que acelere más?

Os voy a contar lo que me ha pasado hoy. Imaginad la situación: parking de un centro comercial, coches aparcados en batería a ambos lados de una calle de doble sentido. Como es de esperar, se circula por la derecha (¡al contrario que en Inglaterra que para eso estamos en Barcelona!). Yo, que voy por mi derecha, me paro en mi carril, con el intermitente puesto, esperando que un coche salga de su plaza para aparcar mi coche. Así que se crea una fila de coches en ambos carriles (de sentidos contrarios) mientras el coche abandona su plaza.

Un inteligente que venía en sentido contrario invade el carril ajeno para adelantar a todos los coches haciendo fila para robarme mi sitio, y me hace gestos desde su coche haciéndome entender que esa plaza es suya. Yo le respondo con el dedo índice de mi mano derecha que nada más lejos de la realidad. La mujer que conducía el coche que salía, con una magnífica visión de la jugada, obliga al indeseable a apartarse para cederme a mí la plaza. Cuando estoy entrando en la plaza de parking, el indeseable me pide que baje la ventanilla de mi coche y con la expresión facial de aquel que es más simple que el mecanismo de una escoba me dice:

- Por favor, déjame aparcar en ese sitio, por favor.
- No - le digo, poniendo una cara que expresaba el profundo asco que me suscitaba su presencia.

Y después de esperar unos segundos, y viendo el escasísima atención que le estaba dedicando, decide irse a buscar otra plaza.

Conclusión: has puteado a todos los coches que iban en tu mismo sentido, me ibas a putear quitándome el sitio y después de ver que no lo has conseguido, tienes la poca vergüenza de reclamar y suplicar la plaza de parking. ¡Vete a tomar por donde amargan los pepinos!


¡Feliz fin de semana!

1 comentario:

  1. Jajajaja que chulo cabrón!! A ver si me das unas vueltecitas por barcelona con tu buga! Un abrazo desde el polo norte!

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