lunes, 4 de abril de 2011

Edad de oro


Soy de aquellos defensores de que la edad de las personas no viene en el DNI sino que la juventud se puede conservar en el interior durante mucho tiempo (de igual forma, hay viejos prematuros). Pero hay dos cosas que delatan la edad real de una persona mayor: su aspecto físico (obvio...) y su comportamiento y expresiones peculiares. Y este segundo punto me fascina.

¿Os habéis fijado que nuestros mayores muchas veces se comportan como niños? Tengo una teoría algo extravagante pero no por ello incierta: creo que la madurez máxima se alcanza a una cierta edad a partir de la cual vamos volviendo a ser niños. ¿Con qué emoción recibe un abuelo sus regalos de Reyes o de cumpleaños? ¿Cómo se emocionan cuando los vas a ver (ya que voy de higos a brevas...)?

Pensad en aquellas señoras que tienen 8 hijos y se escandalizan cuando oyen hablar de sexo. Dulce contradicción... O en su habilidad estrella adquirida con los años: ofrecerte comida a cualquier hora y en cantidades más que razonables. Si no comes malo: ¡es que estás muy delgado! Esa pasión de las abuelas por la prensa rosa y el papel couché, y sus respectivos que, aunque nieguen con la cabeza en público, están a la última en las aventuras y desventuras de la Esteban. Y ese abuelo que aprovecha las comidas familiares y los grandes eventos para contar aquellas divertidísimas anécdotas de la mili que se parte explicando (aunque siempre sea la misma y la gracia de ésta sea muy limitada, ¡claro!).

Pero yo me quedo con sus expresiones peculiares. A quien no le han dicho alguna vez aquello de Levántate del suelo que vas a coger frío en los riñones y te vas a encostipar. Recuerdo esa frase de cuando era niño a la vez que mi abuela me ofrecía un piti-suí. O aquella de No corras que si ancaso te caes te vas a hacer mal. O ésa de No me toques la cabeza que me dispeinas. Y luego están las palabras difíciles: palabras trabaléngüicas imposibles de pronunciar a ciertas edades. Otras son realmente fáciles, pero el toque viejuno (con cariño) las hace más entrañables. Véase almóndigas por albóndigas (mi abuela lo deja en pelotillas, que es mucho más aclaratorio); mondarinas por mandarinas; chechu por ketchup; mimbrar por vibrar (¡sí, sí, el móvil mimbra!); el interné por Internet; y Güis Prisli por Elvis Presley. Mi abuelo incluso me llamaba Pepito (resulta que mi nombre le parecía muy complicado y Pepe es un nombre comodín inconfundible).

Y no solo palabras. También dominan los refranes y las expresiones populares con una facilidad pasmosa. ¡Pero no voy a entrar ahora en ellas que no acabo ni mañana!

A ver si os animáis y enviáis las expresiones y palabras viejunas que hayáis oído por ahí, que quizás podamos hacer una sección bien apañá (empiezapore@gmail.com). ¡Sed felices esta semana también!


Un poco de Radiohead y su Creep:

When you were here before
Couldn't look you in the eye
You're just like an angel
Your skin makes me cry
You float like a feather
In a beautiful world
And I wish I was special
You're so fuckin' special

But I'm a creep, I'm a weirdo.
What the hell am I doing here?
I don't belong here.

I don't care if it hurts
I want to have control
I want a perfect body
I want a perfect soul
I want you to notice
When I'm not around
You're so fuckin' special
I wish I was special

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